lunes, noviembre 28, 2005

Don Fernando Ariztía

Al asistir este sábado recién pasado a conmemorar la "pascua" de don Fernando Ariztía (obispo emérito de Copiapó) en una misa en su memoria, me emocione al recordar la figura de este gran pastor y amigo.

La "pascua", que significa "paso" es el tránsito de la vida terrenal a la vida junto a Dios, es lo que recordamos este 25 de noviembre, a 2 años de la muerte de monseñor Fernando Ariztía Ruiz, quien fuera nuestro pastor, guía y amigo en Osorno, es difícil resumir en pocas líneas una vida bien vivida, una vida de entrega al prójimo, una vida plena, una vida dispuesta a cumplir las enseñanzas de Jesús, nuestro redentor. Pero a pesar que es imposible resumir esa vida ejemplar, queriendo destacar algunos rasgos de su personalidad que nos ayudaran a entender a este hombre santo.

Dudo que abunden ejemplos de personas que al miralas den la impresión de conocerlas de inmediato, de una transparencia única, que a la vez ejerzan un magnetismo tan grande capaz de capturar la atención de quienes le rodean y que contagien de ánimo y optimismo a quienes tenga cerca, siendo una persona alegre, siempre sonriente, aun en su difícil enfermedad. "Don Fernando" como lo conocíamos, era persona que al conversar con él, entregaba toda su atención, a quien se acercara a conversarle, como si fuera la única persona que existiera en el mundo en ese momento, luego, dejando una breve pausa para asegurarse que se había dicho todo, ofrecía una solución, entregando sabiamente un consejo, para posteriormente dar su apoyo y respaldo.

Al caminar por la calle, saludaba a todos por su nombre, dueño de una memoria privilegiada, luego comentaba quien era y recordando los aspectos de la vida de esa persona, conocía a todo su rebaño y conocía sus problemas, sufriendo con ellos o apoyando y sonriendo junto a cada feligrés que tenía a cargo. Pese a su avanzada edad, siempre tenía algo que hacer, siempre estaba promoviendo una actividad, visitando y preocupándose de cada persona que necesitara de apoyo espiritual y económico, por que no tan sólo se preocupó de las almas, también de las necesidades materiales de personas que no han tenido las oportunidades en la vida.

Por gracia de Dios, tuve la oportunidad de conocer a este gran hombre y compartir hermosos momentos, por lo que puedo dar testimonio de su vida, y puedo asegurar, que sólo su cuerpo murió, pero fue necesario que muriera para ir al encuentro de quién siempre amó y proclamó, y su conscuencia de vida nos sigue motivando a creer que el bien existe y que es posible alcanzar la santidad.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Carlitos:

Quiero que sepas que comparto plenamente lo que dices respecto a "Don Fernando", sacerdote y amigo, que por la gracia de Dios también tuve la oportunidad de conocer.

Lo conocí trabajando y siviendo a nuestros hermanos en la fe en nuestra querida y sencilla Parroquia "Jesús Obrero" de Osorno.

Sin duda, que fuimos bendecido por nuestro Padre Celestial al enviarnos un ángel como él, que fuera capaz de acompañar a sus fieles en momentos de alegría y tristezas, de ayudarlos a solucionar sus problemas y sobre todo a preocuparse por los más necesitados.

Se que Dios Padre está feliz de tenerlo a su lado y sé que desde allá nos sigue acompañando, iluminando con su sonrisa amplia y generosa y sobre todo guiandonos en nuestro camino de evangelización.

9:29 p. m.  

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